Avance de la investigación 4: De muestra un botón, el caso de las cárnicas

Posted on agosto 3, 2011

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“Una cárnica es aquella empresa que, una vez subcontratada por otra empresa, te “alquila” al mejor postor para que te entregues en cuerpo y alma a sus más oscuros deseos (en este caso, relacionados con el desarrollo de software). Las empresas contratantes, en muchas ocasiones, lo son porque no disponen de un departamento de I+D o de desarrollo de software. Sin embargo, en ocasiones, aún teniéndolo, recurren a este mercado de la carne tierna de programadores. A la empresa contratante (el ‘cliente’) le sale más caro este trabajador ajeno que uno propio (tú en cambio a tu propia empresa le sales de lo más barato, como no podía ser de otra forma), pero sabe lo que está comprando: plena disponibilidad, sumisión, desprotección…” (http://jimmyjazz.wordpress.com/2008/01/29/trabajando-para-una-carnica/)

Dentro del mundo de la informática el sector de desarrollo de software es el que más demanda de personas empleadas tiene, con diferencia. Este sector se caracteriza por unos puestos de trabajo que se aproximan bastante a un cadena de montaje en la que se produce lo máximo, en el mínimo tiempo y de forma automatizada. La persona que desarrolla el software, también llamada picacódigo, sólo debe hacer código de forma repetitiva sin necesidad de una formación ni en informática, ni en el sistema. De hecho, sólo es necesario saber la sintaxis del lenguaje, una comprensión de los conceptos de programación, y los ficheros que tiene que escribir. La consecuencia de esto es que resulta tan válida una ingeniera superior, como un matemático, un físico, un grado medio en informática, una filósofa, o cualquier persona que se ponga en ello. La curva de aprendizaje para poder tener empleo en el desarrollo de software de un proyecto es muy rápida. Es un sector en el que la media de edad es muy baja (entre 25 y 35 años, muy rara vez alguien supera los 45 años) y con una gran movilidad. Esto y otros muchos factores hacen de este sector un sector individualista y competitivo, cosa que las empresas han sabido explotar.

La mayoría de estas empresas están en PLAZA o en Walqa y podemos diferenciar dos tipos:

1. Las cárnicas que se aprovechan de las personas recién licenciadas, diplomadas o gente sin experiencia (con o sin titulación superior), -entre éstas la más destacada es la consultora Deloitte. Tienen acuerdos con universidades, ayuntamientos y diputaciones de los que sacan beneficios. Concretan con sueldos que rondan el nivel de la pobreza (700 euros) a través contratos de tipo becario y otras invenciones. Esta clase de cárnicas son consideradas un trámite donde el desarrollador coge experiencia para irse lo más rápido posible a otras cárnicas con mejores condiciones. La representación sindical es inexistente y la sumisión de quienes desarrollan tiene que ver en parte con esa consideración de empresa-trámite. Por eso se realizan horas extras de forma sistemática y, aun si cabe, más abusiva que en el resto de las cárnicas.

2. El otro grupo de cárnicas son las empresas con proyectos serios y de gran envergadura que siguen una serie de reglas para su contrataciones – consultoras factorías de software, como Iritec; o de outsourcing como Serikat. En ellas, de manera general, se dan 3 categorías de forma piramidal:

Programador Junior: 15.000 euros brutos anuales.

Programador Senior: entre 15.000 y 20.000 euros brutos anuales.

Analista técnico o analista programador: más de 20.000 euros brutos anuales. Para los proyectos de ámbito estatal o internacional es habitual que los analistas estén en Madrid o Barcelona.

Por norma, si no se tiene experiencia o no se sabe negociar, se entra de programador Junior con revisión de contrato a los 6 meses. De esta forma, ingenier@s superiores trabajan de manera sistemática con salarios de 15.000 euros. Esto da una perspectiva de cómo está el sector. Hace tres años, cuando la situación de crisis no existía y aquí en Zaragoza las cárnicas crecían como setas, la perspectiva de la renegociación de tu contrato no era una quimera ya que existían posibilidades. A día de hoy la subida de categoría es casi nula. La crisis ha permitido obviar ya totalmente la existencia de categorías, años de experiencia y labor realizada, para pasar a hacer una negociación individualizada con cada una de las personas desarrolladoras. Añadido a esto está el hecho de que nadie sabe cuál es la situación laboral exacta de sus colegas de trabajo y esto tiene dos consecuencias: la primera es que la gente no sabe a qué atenerse a la hora de negociar; y la segunda es el imperio del sueño americano como aspiración de contratación.

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